Esta semana se estrena un nuevo festival en el panorama cultural alavés: Aldecoa. Dedicado al cuento, se hace eco de la buena salud de este género en el mundo editorial, alumbrando además la importante cantera de autoras y autores que lo cultivan en el País Vasco.
El nombre del Festival alude, evidentemente, al gran referente de la narrativa breve en la historia de nuestra ciudad: Ignacio Aldecoa. Pero, en esta ocasión, vamos a echar la vista más atrás, para aportar un puñado de referencias literarias locales que nos transportan al último periodo del XIX y los primeros años del siglo XX. No son quizás nombres que hoy resuenen, pero su narrativa nos permite asomarnos a su tiempo, a las filias literarias de cada periodo, y ampliar el elenco histórico de cuentistas alaveses.
En primer lugar, recomendamos este volumen que nuestro compañero Ander Gondra Aguirre tuvo el gusto de editar en 2021: “Historias increíbles”. La primera antología dedicada a recuperar uno de los secretos mejor guardados dentro de la ingente producción escrita de Ricardo Becerro de Bengoa: sus cuentos y relatos breves.
En su tiempo, todos creyeron que estos escritos le depararían gran fama y popularidad. Sin embargo, a pesar del éxito que cosecharon entonces y de ser considerado un escritor “prodigioso”, de “gran fantasía e insuperable amenidad”, estas historias nunca fueron recopiladas y publicadas en formato de libro, razón por la cual siguieron siendo completamente desconocidas hasta la fecha.
Este volumen, por tanto, venía a saldar una cierta deuda. Y conectaba sus relatos con el trabajo de otros amigos y contemporáneos suyos, que a la par venían apostando también por la recuperación de historias y leyendas locales, generando una suerte de movimiento literario vasco con notables representantes alaveses. En este sentido, a la hora de perfilar sus gustos e influencias, el propio Becerro de Bengoa apuntaba lo siguiente en 1882:
Al pie de Amboto y de Mañaria, en los valles de Ayala y de Leniz, en el límite guipuzcoano-navarro, en las pobres casas de los pueblecitos de la costa he oído contar y se cuentan, después de los ricos sorbos de la cena de invierno, cuentos y fantasías tan de relieve y tan admirables como las más subidas y terroríficas de la Germania y de la Escandinavia.
El libro puede adquirirse en la página web de la editorial, pinchando aquí.
¡Vamos ahora con la segunda recomendación! En 1898 veía la luz en la imprenta de los Hijos de Iturbe de la capital alavesa el libro “Casi Novelas”, escritor por Alfredo Tabar Ripa. Se trata de una compilación de relatos escritos por este personaje nacido en Tauste (Zaragoza), pero avecindado prontamente en Vitoria, donde echaría raíces y permanecería el resto de sus días. Su archivo personal se conserva en la Fundación Sancho el Sabio, y gracias a ello podemos conocer la inmensa cantidad de cargos que ocupó a lo largo de su vida profesional al servicio de la ciudad: secretario de Instrucción Pública, abogado y jefe de la sección administrativa de Primera Enseñanza de la Provincia, delegado de la Sociedad de Autores de España, vocal de la Junta de consultativa e inspector de espectáculos públicos e incluso profesor de la Universidad de Vizcaya. Y, además, la cantidad de textos inéditos conservados, escritos tanto a máquina como a mano, nos revelan su interés por las letras y su especial predilección por el formato corto, siendo estas “Casi Novelas” una buena muestra de su quehacer. La mayor parte de sus relatos son historias de vida, retratos humanos marcados en ocasiones por algún giro ingenioso o por la mayor de las desgracias, pues son abundantes las desdichas que padecen sus protagonistas. Entre ellos figura “El Gato”, un relato escrito el 10 de agosto de 1892 en San Sebastián, y cuyo desarrolló y desenlace resulta inolvidable. Pinchando aquí podéis ampliar la información y leer esta macabra historia.
Si damos el salto al primer tercio del siglo XX, nuestro compañero Ander recupero también recientemente la figura de Félix Aguirre, un escritor del que apenas sabemos nada, más allá de las referencias y artículos aparecidos en una estupenda publicación de carácter local: “El pájaro azul”. Esta revista mensual ilustrada tuvo una corta andadura, y tan solo se editó desde 1928 hasta 1931. A pesar de ello, resulta de especial valía para reflejar ciertas corrientes estilísticas y estéticas a nivel local, al tratarse de una publicación de regusto modernista en la que podemos rastrear la colaboración de numerosos autores interesantes. Es por tanto el reflejo ideal de una cierta intelectualidad. Y, como apuntaba el Heraldo alavés en 1929, al conmemorar el primer aniversario de la revista, por sus páginas “han desfilado las notas más salientes de la vida vitoriana y ha hecho un escaparate para algunos de los valores artísticos alaveses”. El propio nombre de la publicación parece remitir a un mítico cuento de Rubén Darío publicado originalmente en el año 1886 (y que dio lugar en México a la génesis de la revista Azul, activa de 1894 a 1896), y trasladar al terreno local muchas de las filias e intereses del movimiento modernista.
En las páginas de “El pájaro azul” nos topamos recurrentemente con Félix Aguirre, un completo desconocido que nos legó varios textos particularmente inspirados, en los que es posible intuir el influjo de Ramón Gómez de la Serna y de cierto humorismo muy en boga en las revistas de la época. Para poder echar un vistazo a sus cuentos y escritos breves, podéis pinchar aquí.
Y, para terminar, sumamos un cuarto nombre a este elenco de cuentistas alaveses olvidados: José de Roure y Mesquiriz (1864-1909). Efectivamente, el apellido le delata, pues es hijo Gerónimo Roure Fernández: galeno cordobés afincado en la capital alavesa en 1853, referente de la medicina local durante la segunda mitad del XIX y figura clave en el ámbito sociocultural de la ciudad (ejerciendo como presidente del Ateneo Vitoriano desde la fundación de esta institución hasta su muerte, en 1876).
La inmensa mayoría de su producción escrita vio la luz en la prensa, y sus cuentos alcanzaron popularidad en las páginas de la mítica revista ilustrada Blanco y Negro. A lo largo de su corta vida publicó varias compilaciones de escritos: Cuadros de género (1888), Fantasías Vascongadas (1897) y Cuentos madrileños (1902). Además de su faceta como cuentista, José Roure desarrolló una fecunda labor periodística: colaborador en Revista de las Provincias Euskaras o Euskal Erria; redactor en El Liberal o ABC y, principalmente, nos parece significativa su vinculación con el semanario satírico Gedeón. En el periodo de entre siglos, esta revista madrileña de carácter conservador, nacida en 1895, alcanzó una enorme popularidad. La publicación fue ideada por tres escritores que habían coincidido en Blanco y Negro: Luis Royo Villanueva, Francisco Navarro Ledesma y quien nos ocupa, José Roure Mezquiriz, director de la misma hasta su temprano fallecimiento. Para conocer algo más sobre su persona, y leer uno de sus cuentos, el hermoso “Flores de trapo”, podéis pinchar aquí.
Antes de concluir con esta entrada, concebida como una invitación a profundizar en los orígenes del cuento y el relato breve en el mundo de las letras alavesas, una simple aclaración sobre la ausencia total de mujeres en este breve (e incompleto) listado. No todo fueron luces en esa Vitoria de finales del XIX a la que se asoció el mitema de la ‘Atenas del Norte’, también hubo considerables sombras. En particular, es un periodo de gran minimización del rol de la mujer en la sociedad. Llegando, en muchas ocasiones, hasta el ocultamiento más absoluto.
En este sentido, instituciones señeras como El Ateneo presentan un sesgo patriarcal más que evidente. De este modo, durante toda su historia, no hubo ni una sola mujer pronunciando allí una conferencia, ni publicando artículo alguno en sus diversas plataformas y revistas. Por ello, las únicas voces y escritos que hemos podido rescatar para ese temprano periodo corresponden a las de los hombres.
Por fortuna, este panorama ha cambiado sobremanera y el elenco del Festival Aldecoa es una buena muestra de ello. ¡Larga vida al cuento y a esta interesante propuesta cultural!