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Nuestros vecinos los judíos: juderías alavesas en la Edad Media

por | Ago 21, 2017 | Blog

Muchas veces surge la cuestión de cuándo se asentaron los judíos en nuestro territorio histórico, y la respuesta no puede ser más reveladora: estaban practicamente desde siempre. Antes del surgimiento de los primeros problemas sociales derivados de la oposición entre hebreos y cristianos, antes de las primeras persecuciones por motivos religiosos y raciales, antes de las primeras hostilidades y mucho antes de la expulsión de esta etnia por parte de los Reyes Católicos en 1492, ellos ya estaban aquí, perfectamente integrados entre las casas y calles de nuestras principales villas y pueblos. Por ello no es de extrañar que se piense, por ejemplo, que ya había una serie de familias judías asentadas en Nova Victoria en el momento de su fundación por Sancho VI el Sabio de Navarra, allá por el 1181.
Pero, tras esta pacífica convivencia, que no estaría exenta de sus más y sus menos debido a cuestiones estrictamente vecinales, la situación de los judíos fue empeorando progresivamente. La ampliación de Vitoria que llevó a cabo Alfonso X el Sabio de Castilla por el lado este de la colina, y la consecuente creación de tres nuevas calles, trajo aparejada la instauración de un barrio segregado dentro de la propia ciudad: la judería. Ésta se encontraba en lo que hoy en día es la calle de Nueva Dentro y transcurría desde el Portal del Rey hasta el Antiguo Hospicio. Dado que el barrio estaba herméticamente cerrado por el lado del Hospicio, su única puerta se encontraba justo al otro lado, al inicio de la calle. Era una de las puertas más antiguas de la ciudad y recibió desde el siglo XVI el nombre de Portal del Rey, puesto que éste era el acceso más habitual de los reyes y reinas provenientes de Navarra que visitaban la urbe. Sin embargo, pasó a denominarse oficialmente así tras la visita a Vitoria del emperador Carlos I, que accedió al interior a través de esa puerta una vez que hubo jurado los Fueros frente a ella. Se sabe que el Portal del Rey estaba defendido por una torre y había una plazuela enfrente donde se localizaba un pequeño puente para salvar las aguas del foso.
Las puertas de toda la ciudad se cerraban a cal y canto por las noches y especialmente ésta, dado que los hebreos no tenían permiso para deambular fuera de su barrio a partir de cierta hora de la noche. Se calcula que esta judería, o “Poco Tocino”, como se denominaba jocosamente a estos barrios en la Álava Medieval, debido a la prohibición de la religión hebrea de comer cerdo, en su momento de mayor esplendor estuvo habitada por unas 120 o 150 familias, generalmente compuestas por comerciantes, recaudadores, arrendadores de impuestos, prestamistas, médicos, artesanos, tejedores y sastres. La sinagoga, de la cual hoy en día no queda ningún resto, se cree que pudo estar en el lugar que hoy ocupa la capilla de San Prudencio, anexa a la actual residencia de ancianos del mismo nombre.
Plano con la ubicación de la Judería vitoriana y del cementerio judío
Plano con la ubicación de la Judería vitoriana y del cementerio judío
Portal Txikito, puerta de acceso a la judería de Agurain
Actual cartel de la antigua Judería de Agurain
Pero también existieron, al margen de la de Vitoria, otras importantes comunidades judías en Álava. En la Llanada encontramos, por ejemplo, la judería de Salvatierra. Los judíos de Agurain vivían en el interior de la villa, dentro del recinto amurallado, entre la iglesia de San Juan y la muralla. Esta calle hoy en día recibe el nombre de Arramel, que proviene del término árabe Al-Rabat, es decir, arrabal o barrio. Allí residían en torno a unas veinte familias y, como era habitual en las juderías, contaba con una única puerta. Ésta daba al exterior de la ciudad y estaba abierta en la propia muralla. Recibía en nombre de Portal Txikito y estaba pensada para que los judíos pudieran entrar y salir de su barrio sin tener que mezclarse con el resto de los habitantes. Esta puerta además tenía un tamaño muy reducido, que tenía la aviesa intención de que los carros cargados de mercancías de los judíos no pudieran entrar por allí, lo que los obligaba a cruzar las puertas mayores de la villa, forzándoles a pagar el portazgo, es decir, el impuesto sobre las mercaderías que se recaudaba a las entradas de las ciudades, cada vez que lo hacían. Otra muestra más de trato desigual y discriminatorio.

Existían más núcleos de población en Álava que contaban con judería propia o con comunidades importantes de judíos, como la de Bujanda o Gebara. Los que no tenían un espacio segregado específicamente para esta etnia se encargaban de ejecutar todo tipo de normas y leyes discriminatorias encaminadas a hacer más difícil la convivencia entre ambas comunidades. Sin embargo, y como no podía ser de otro modo, en estas situaciones de injusticia siempre existe el que se beneficia: en este caso algunos nobles con señorío propio, que se dedicaban a proteger a los judíos y atraerlos a sus dominios debido a que, dada su situación de desprestigio, suponían una mano de obra dócil y barata para trabajar sus tierras. Los Oñati de Gebara o el señor de Heredia eran especialistas en estas prácticas. En este último lugar hoy en día se sigue apodando a sus habitantes judíos, quizá por la perseverancia de su antiguo señor en aprovecharse de la debilidad de los hebreos.

Esta situación de segregación en Álava se mantuvo durante algo más de dos siglos, durante los cuales la situación política y social de los judíos se fue haciendo cada vez más dramática. A pesar de que aquí no existieron las persecuciones o pogromos contra los hebreos típicos de otras ciudades castellanas, sí que es verdad que la situación de inicial tolerancia poco a poco se fue enrareciendo y se comenzaron a tomar medidas cada vez más agresivas contra ellos. Por ejemplo, todos los judíos debían llevar prendas identificativas por ley, como paños de color rojo o señales en las ropas. Además, existían ordenanzas que les impedían trabajar ciertos días o en ciertos lugares, y otras medidas severas que regulaban su relación con los cristianos. Como muestra de la radical segregación que tenían que sufrir los judíos, en Vitoria se mandó incluso construir un muro que separaba las casas del barrio judío de las de la calle Pintorería por su parte trasera, atravesando el caño, y que aún hoy en día se conserva.

Las juderías alavesas existieron hasta el año 1492, momento de la expulsión definitiva de los judíos de España por orden de los Reyes Católicos. Éstos debían abandonar la ciudad con los escasos bienes que les tenían permitidos o convertirse al cristianismo y sufrir aquí la marginación social que implicaba ser converso. Ningún judío pudo quedarse en Álava salvo uno: el médico Antonio de Tornay, que gozó de unas prerrogativas especiales e incluso vio aumentado su sueldo para que permaneciese en la ciudad de Vitoria ya que, como la mayoría de los médicos eran judíos, se hacía necesario al menos la presencia de uno de ellos para poder atender a los enfermos de la villa.

En su particular exilio, los judíos de Vitoria hicieron una promesa con la ciudad. Dejarían los terrenos donde se ubicaba su cementerio, a las afueras de la urbe, para el pasto comunitario a condición de que no se edificara sobre él. Y esa promesa se mantuvo… hasta 1952, cuando el crecimiento de la ciudad llevó sus casas hasta la ladera del monte donde había tenido lugar el cementerio de los hebreos, conocido con el nombre de Judizmendi (en euskera, monte de los judíos). El Consistorio Israelita de Bayona, heredero de los antiguos judíos que habían abandonado Álava, cedió los terrenos al ayuntamiento para construir un nuevo barrio sobre él, liberando así a la ciudad de su antigua promesa. En la actualidad, sobre este montecito se ubica un parque y existía un monumento de piedra que conmemora su antiguo uso y actualiza esa promesa. La inscripción del primer monolito decía así:

Representación de judíos en las Cántigas de Santa María

EN ESTE LUGAR ESTUVO EL CEMENTERIO ISRAELITA QUE LA ALJAMA DE VITORIA CEDIÓ PERPETUAMENTE A LA CIUDAD EN 27 DE JUNIO DE 1492 LA CIUDAD Y SU AYUNTAMIENTO RESPETARON LEALMENTE LAS CONDICIONES DE LA CESIÓN DURANTE 460 AÑOS, HASTA QUE EN 27 DE JUNIO DE 1952, FUE LIBERADA DE ELLAS POR CONVENIO SUSCRITO EN ESTA FECHA CON EL CONSISTORIO ISRAELITA DE BAYONNE (FRANCIA ).

Antiguo monolito del parque de Judizmendi
“Convivencia”, actual monumento conmemorativo de Judizmendi

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