[et_pb_section fb_built=”1″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_row _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” min_height=”371.4px” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”]<\/p>\n
Un a\u00f1o m\u00e1s, ante la proximidad de las Fiestas de \u00c1lava en honor a San Prudencio y Nuestra Se\u00f1ora de Estibaliz, los dos principales templos rom\u00e1nicos de la provincia vuelven a acaparar la atenci\u00f3n del p\u00fablico<\/strong>, y se disponen a acoger a los miles de visitantes que hasta all\u00ed se acerquen el 28 de abril y el 1 de mayo, respectivamente.\u00a0<\/p>\n En esta ocasi\u00f3n, vamos a poner el foco en la Bas\u00edlica de San Prudencio (y San Andr\u00e9s) de Armentia, para exponer el proceso de (re)descubrimiento de uno de los elementos m\u00e1s caracter\u00edsticos y est\u00e9ticos del templo<\/strong>: el tetramorfos situado en los \u00e1ngulos del crucero<\/strong>, una buena muestra de la maestr\u00eda escult\u00f3rica de los talleres que trabajaron en Armentia hacia el 1200. Como podremos comprobar, estas piezas permanecieron ocultas durante m\u00e1s de un siglo, y tan solo a comienzos del siglo XX fue posible sacarlas a la luz nuevamente.\u00a0<\/p>\n Hoy en d\u00eda, al visitar el templo armentiense, encontramos varios puntos de especial inter\u00e9s: la decoraci\u00f3n de las ventanas del \u00e1bside (tanto al interior como al exterior), el complejo solapamiento de restos escult\u00f3ricos en el atrio o el fabuloso conjunto de canecillos distribuidos en el costado meridional del templo. Una vez dentro de la iglesia, al aproximarnos hac\u00eda la cabecera y situarnos en el crucero, basta elevar la vista para maravillarse ante las cuatro figuras del Tetramorfos<\/strong> (la representaci\u00f3n de los 4 evangelistas -Mateo, Marcos, Lucas y Juan- mediante figuras antropozoom\u00f3rficas), acompa\u00f1adas de m\u00e9nsulas con \u00e1ngeles trompeteros y de un segundo soporte con personajes figurados.\u00a0<\/p>\n \n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row column_structure=”1_2,1_2″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” custom_padding=”16px|||||” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”]<\/p>\n Sin embargo, todas las personas que se aproximaron hasta Armentia durante los \u00faltimos a\u00f1os del siglo XIX (y principios del XX), con un inter\u00e9s renovado en su val\u00eda hist\u00f3rico-art\u00edstica, no lo tuvieron tan sencillo. Y para poder disfrutar de estas originales esculturas tuvieron que realizar una incursi\u00f3n en las alturas. Por fortuna, contamos con un detallado (y divertido) relato acerca del primer grupo de “excursionistas cient\u00edficos” que pudo identificar el Tetramorfos. En el siguiente escrito, contenido en las Descripciones de \u00c1lava<\/em><\/a> de Ricardo Becerro de Bengoa (escrito en 1880, y publicado p\u00f3stumamente en 1917-1918) (Link aqu\u00ed<\/a><\/span>), se nos narra una simp\u00e1tica excursi\u00f3n acontecida en julio de 1870:<\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_image src=”https:\/\/alavamedieval.com\/wp-content\/uploads\/2024\/04\/Armentia1-scaled.jpg” title_text=”Armentia1″ align=”center” _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” height=”250px” global_colors_info=”{}”][\/et_pb_image][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”]<\/p>\n “Una escalera de caracol conduce \u00e1 la torre, que es de reciente y pobre construcci\u00f3n. Dimos vuelta al peque\u00f1o pasadizo, resto del antiguo claustro, en el que el cura guarda su trigo, su vino y su aceite. \u00cdbamos a dar por concluida la visita, cuando el p\u00e1rroco nos dijo que en el desv\u00e1n, sobre las b\u00f3vedas de la iglesia, hab\u00eda unos curiosos bultos de escultura<\/strong>.<\/p>\n \n \n \n \n Dio Amador la orden de subir, y pasando por las habitaciones del cura, tomamos el rumbo de aquellas alturas. El cura se echo al hombro una escalera de mano; tom\u00e9 yo un farol en el que ard\u00eda un pobre cabo de vela, y, uno tras otro, espantando una camada de gatos que retozaban en el pajar, subimos la primera pared, tropezando en las vigas y resbalando \u00e1 menudo en las convexas rampas de la b\u00f3veda de la Iglesia. Ei farol apenas alumbraba; los gordos se escurr\u00edan con su mole por entre los escombros, los flacos agarrados de las manos se daban mutuo apoyo cada vez que, en aquella original excursi\u00f3n, puesto en falso un pie, perd\u00edan el equilibrio, y mientras tanto el cura afianzaba su escalera de asalto, sub\u00eda el primero, y la aseguraba despu\u00e9s, para que al ascender los expedicionarios no dieran con su humanidad en el polvo. Al fin nos hallamos sobre la b\u00f3veda del crucero. All\u00ed estaban en los cuatro \u00e1ngulos o pechinas, los bultos de que hablaba el cura<\/strong>. All\u00ed debi\u00f3 alzarse majestuoso el domo o c\u00fapula que la iglesia tuvo y cuyos arranques se conservan a\u00fan. Sobre los cuatro capiteles de donde part\u00edan los arcos que forman hoy la b\u00f3veda moderna, se hallaban las pechinas que iban a sostener la base de la c\u00fapula. All\u00ed est\u00e1n a\u00fan seg\u00fan el estilo rom\u00e1nico las representaciones simb\u00f3licas de los cuatro evangelistas. All\u00ed, en la b\u00f3veda oscura, sin que nadie se acuerde de ellos, ostentan el \u00e1guila, el toro, el le\u00f3n y el \u00e1ngel, sus ropajes, sus libros, sus estilos y sus alas, all\u00ed Juan, Mateo. Marcos y Lucas en singular\u00edsima apariencia tal cual no la he visto en ning\u00fan otro templo, ni en ning\u00fan tratado de arqueolog\u00eda, tienen unido a su tronco humano el s\u00edmbolo de sus acompa\u00f1antes por cabeza y remate. Solo alg\u00fan curioso rebuscador de empolvadas antig\u00fcedades, sube de farde en tarde a contemplarlos, para lamentar despu\u00e9s el olvido y soledad en que yacen estos restos, en una arruinada aldea [\u2026]”.<\/p>\n<\/blockquote>\n \n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row column_structure=”1_2,1_2″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”]<\/p>\n Para poder comprender esta narraci\u00f3n, es preciso apuntar que en 1776 la iglesia de Armentia sufri\u00f3 una remodelaci\u00f3n integral<\/strong> que trastoco sin remedio la fabrica original rom\u00e1nica. En ese momento, seguramente tratando de solventar una situaci\u00f3n de gran deterioro, la iglesia cambi\u00f3 profundamente su morfolog\u00eda: el antiguo edificio medieval qued\u00f3 oculto dentro de una gran “caja”, la nave se volvi\u00f3 sim\u00e9trica, se edific\u00f3 la casa cural, se habilit\u00f3 una nueva sacrist\u00eda, la torre, y, en el centro del crucero, se realiz\u00f3 “una b\u00f3veda de arista” bajo la l\u00ednea del tetramorfos, ocult\u00e1ndolos irremediablemente.<\/p>\n Esta \u00faltima intervenci\u00f3n puede comprenderse mejor en la comparativa fotogr\u00e1fica que aqu\u00ed os compartimos, donde es evidente el antes y el despu\u00e9s.\u00a0<\/p>\n Tras el sorprendente hallazgo, no solo Becerro de Bengoa dej\u00f3 por escrito el descubrimiento. Tambi\u00e9n lo hizo su amigo y acompa\u00f1ante,\u00a0 Amador de los R\u00edos (Link aqu\u00ed<\/a><\/span>). Pero nada se hizo entonces por intentar rescatarlas, lo cual explica que a\u00f1os m\u00e1s tarde, ya en 1900, Manuel D\u00edaz de Arcaya volviera a narrarnos su encuentro. El m\u00edtico cronista vitoriano conoc\u00eda los pormenores de la excursi\u00f3n de 1870, y animado por ello se dispuso a escudri\u00f1ar el edificio, en contra de la opini\u00f3n del nuevo p\u00e1rroco, quien \u201cafirmaba que no hab\u00eda sobre las b\u00f3vedas resto alguno de tales esculturas\u201d. Finalmente las encontr\u00f3, pudo analizarlas con detenimiento, e incluso fotografiarlas, a pesar de las p\u00e9simas condiciones de iluminaci\u00f3n y confort que existir\u00edan sobre la b\u00f3veda:<\/p>\n \n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][dsm_before_after_image before_src=”https:\/\/alavamedieval.com\/wp-content\/uploads\/2024\/04\/Arcaya.jpg” after_src=”https:\/\/alavamedieval.com\/wp-content\/uploads\/2024\/04\/ATHA-BAC-CD-30667-1-scaled.jpg” _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][\/dsm_before_after_image][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”]<\/p>\n Cuando al declinar aquella tarde yo abandonaba las escondidas b\u00f3vedas; \u00a1qu\u00e9 de pensamientos se agolpaban en mi escitado cerebro! \u00a1Aquellas esculturas, galana muestra de un arte que espiraba con la duod\u00e9cima centuria, hab\u00edan permanecido ocultas en la soledad de su tenebroso escondrijo por casi siete siglos, sin que los hijos de los fervientes varones que las erigieron, se acercaran a visitarlas en la lobreguez del rinc\u00f3n que las guarece! Y aquellas esculturas, que se yergen a\u00fan en el mismo punto de su primitivo emplazamiento, no s\u00f3lo son una p\u00e1gina del arte rom\u00e1nico en los comienzos del siglo XIII, sino que tambi\u00e9n, acusando la existencia en el pasado de un domo en el crucero de la Bas\u00edlica, proclaman la grandeza de este templo en el ayer.<\/p>\n<\/blockquote>\n A pesar de los m\u00faltiples errores del texto de D\u00edaz de Arcaya (lo mismo sucede con los escritos de Becerro de Bengoa, valiosos por su condici\u00f3n pionera pero plagados de imprecisiones), su escrito refleja esa sorpresa ante el descubrimiento de un tesoro oculto. Desde ese momento, una vez publicada su monograf\u00eda sobre Armentia (Link aqu\u00ed<\/a><\/span>), estas esculturas escondidas recibir\u00edan seguramente no pocas visitas. En septiembre de 1902, por ejemplo, el catedr\u00e1tico Enrique Serrano Fatigati fue guiado hasta all\u00ed por Eulogio Serd\u00e1n. Y juntos, gracias \u201ca la amabilidad de la guardiana del monumento\u201d, pudieron acceder hasta lo alto y ver de primera mano las obras.<\/p>\n [\/et_pb_text][et_pb_image src=”https:\/\/alavamedieval.com\/wp-content\/uploads\/2024\/04\/Arcaya-2.png” title_text=”Arcaya 2″ align=”center” _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” height=”567px” global_colors_info=”{}”][\/et_pb_image][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” custom_padding=”24px|||||” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.25.0″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”]<\/p>\n\n
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