{"id":13467,"date":"2020-07-14T14:02:11","date_gmt":"2020-07-14T14:02:11","guid":{"rendered":"https:\/\/alavamedieval.com\/?p=13467"},"modified":"2024-09-26T17:40:21","modified_gmt":"2024-09-26T17:40:21","slug":"el-culto-a-los-parientes-difuntos-una-atribucion-femenina-en-la-baja-edad-media","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/alavamedieval.com\/el-culto-a-los-parientes-difuntos-una-atribucion-femenina-en-la-baja-edad-media\/","title":{"rendered":"El culto a los parientes difuntos: una atribuci\u00f3n femenina en la Baja Edad Media"},"content":{"rendered":"
[et_pb_section fb_built=”1″ _builder_version=”4.16″ custom_padding=”20px||46px|||” global_colors_info=”{}”][et_pb_row _builder_version=”4.16″ custom_margin=”-22px|auto|11px|auto||” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_post_title comments=”off” featured_image=”off” _builder_version=”4.16″ border_width_bottom=”4px” border_color_bottom=”#7cda24″ global_colors_info=”{}”][\/et_pb_post_title][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”]<\/p>\n
En los siglos XIV y XV el simbolismo, la ritualidad y las vivencias que rodeaban a la muerte ten\u00edan un car\u00e1cter bien distinto al actual. Las implicaciones espirituales que vivir en una sociedad eminentemente cristiana ten\u00eda, se hac\u00edan plausibles con contundencia en un proceso de despedida compuesto de numerosos actos, entre los que estaban: la extrema unci\u00f3n, el velatorio, el cortejo del cad\u00e1ver hasta la iglesia, los lloros y plantos, las oraciones, las misas y las ofrendas funerarias. Las mujeres cumpl\u00edan un papel importante en el \u00e1mbito de los ritos bajomedievales asociados a la muerte, ya que se encargaban de llevar a cabo acciones espec\u00edficas que contribu\u00edan a que el alma de sus parientes difuntos saliese bien parada del Juicio Final<\/strong> y a que su memoria permaneciese viva. <\/span><\/p>\n Uno de los reflejos de esa funci\u00f3n femenina era la atribuci\u00f3n del cuidado de la sepultura familiar, entendida entonces como uno m\u00e1s de los pertenecidos de las casas. As\u00ed, en las iglesias, mientras los hombres se sentaban en los bancos situados al pie del altar, las mujeres lo hac\u00edan sobre las tumbas de sus antepasados<\/strong>; bien es cierto que muchas no contaban con este signo de prestigio y tomaban asiento sobre sillas que transportaban hasta el templo o en el suelo. El cargo de cuidar del pante\u00f3n familiar y mantener la comuni\u00f3n con los parientes fallecidos se traspasaba de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n entre las se\u00f1oras principales de cada casa. Es lo que se advierte en muchos contratos de matrimonio, en los que se donaba la casa familiar a un hijo o hija, con la condici\u00f3n de que el nuevo matrimonio se ocupase de rendir culto a los difuntos de la misma.<\/span> <\/span><\/p>\n Cuando un miembro de la casa mor\u00eda, se activaba un ritual que daba comienzo con el velatorio, segu\u00eda con el cortejo del cuerpo a la iglesia en procesi\u00f3n y con la celebraci\u00f3n de varias misas, y finalizaba con el entierro despu\u00e9s de algunos d\u00edas. La relevancia del papel de las mujeres en ese contexto radicaba en que ellas se encargaban de realizar las ofrendas funerarias de sus parientes<\/strong>. Unas ofrendas que cumpl\u00edan, junto al resto de actos, la importante funci\u00f3n de rememorar al difunto, mejorar su situaci\u00f3n en el M\u00e1s All\u00e1 y evitar que su alma fuese lanzada al Infierno. Eran los propios testadores quienes encomendaban a sus madres, hijas, t\u00edas o criadas la labor de ofrecer sobre su sepultura obladas de pan y cera en forma de velas durante cierto tiempo, dejando previstas cantidades en met\u00e1lico para sufragar los gastos.<\/span><\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row column_structure=”1_2,1_2″ _builder_version=”4.16″ custom_padding=”||16px|||” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_image src=”https:\/\/alavamedieval.com\/wp-content\/uploads\/2020\/07\/Alaiza.jpg” title_text=”Alaiza” _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][\/et_pb_image][\/et_pb_column][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_image src=”https:\/\/alavamedieval.com\/wp-content\/uploads\/2020\/07\/Alaiza2.jpg” title_text=”Alaiza2″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][\/et_pb_image][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.16″ custom_padding=”3px|||||” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”]<\/p>\n Imagen 1 y 2. Ritual femenino. Iglesia de Alaiza (\u00c1lava, s. XII).<\/em><\/span><\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_text admin_label=”Texto” _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”]<\/p>\n Por ejemplo, Pedro Gonz\u00e1lez de Logro\u00f1o, barbero vitoriano, orden\u00f3 en su \u00faltima voluntad de 1448 que Mari Gonz\u00e1lez, su hija y criada, ya viuda, llevase la oblada a sus honras f\u00fanebres y lo siguiese haciendo tambi\u00e9n durante el a\u00f1o posterior a su muerte. Fijaba el tama\u00f1o que el pan deb\u00eda tener y compensaba con 300 maraved\u00eds su labor:<\/span> <\/span><\/p>\n \u201cE mando que me trayan en la dicha yglesia en un anno oblada e candela e obla\u00e7ion. E mando que la dicha oblada que sea de un pan de peso. E mando que me traya la dicha oblada Mari Gon\u00e7<\/em>ales, mi fija e criada, muger de Martin de Sant Vicente<\/em>, mi criado. Mandole por su trabajo de traer la dicha oblada tresientos maravedis\u201d<\/em> [1]<\/a><\/sup>.<\/p>\n<\/blockquote>\n Asimismo, el canto de endechas, odas f\u00fanebres que las parientes de un fallecido improvisaban ante el p\u00fablico asistente al funeral para honrar a su memoria, constitu\u00edan otra de las tradiciones femeninas relacionadas con la muerte<\/strong>. Este uso parec\u00eda relacionarse en cierta manera con la particular dramatizaci\u00f3n y exteriorizaci\u00f3n del dolor que realizaban las gentes medievales en forma de plantos, con gritos, convulsiones, autolesiones y otras manifestaciones agitadas. Parece que versificar alabanzas por el difunto y llorarle caminaban de la mano y, a finales de la Edad Media, ambas costumbres fueron paralelamente vetadas por considerarse deshonestas.<\/span><\/p>\n [\/et_pb_text][et_pb_image src=”https:\/\/alavamedieval.com\/wp-content\/uploads\/2020\/07\/IMG_0934.jpg” title_text=”IMG_0934″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][\/et_pb_image][et_pb_text _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”]<\/p>\n Imagen 3. Pla\u00f1ideras llorando en funeral. Sepulcro de do\u00f1a Toda P\u00e9rez de Azagra (Santa Mar\u00eda la Real de N\u00e1jera, s. XIII).<\/em><\/span><\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”]<\/p>\n La endecha dedicada por do\u00f1a Sancha Ochoa de Ozaeta a su marido, Mart\u00edn B\u00e1\u00f1ez de Artazubiaga, fue recogida por el cronista guipuzcoano Esteban de Garibay. El homenajeado hab\u00eda sido asesinado en 1464 en la ferrer\u00eda de Ibarreta, sita en las cercan\u00edas de Mondrag\u00f3n, como consecuencia de la espiral de violencia desatada entre diversos linajes tras la sonada quema de dicha villa. Entre los asesinos figuraba un hermano del se\u00f1or de Aramayona, a quien la autora de la endecha, tras mostrar su amargo dolor, lanzaba una amenaza de venganza<\/strong>[2]<\/sup><\/a>:<\/span><\/p>\n <\/span><\/p>\n O\u00f1etako lur au jabilt ikara Artuko dot esku batean gezia, <\/span><\/p>\n Esta tierra de los pies me tiembla, Tomar\u00e9 en una mano el dardo, En s\u00edntesis, puede afirmarse que el culto a los parientes difuntos constituy\u00f3 un \u00e1mbito de competencia exclusivo de las mujeres de cada casa<\/strong>, que lo desarrollaron en forma de cuidado de la sepultura familiar, de realizaci\u00f3n de ofrendas de pan y cera sobre la misma, y de canto de endechas en memoria de los fallecidos. Esos ritos acostumbrados, desaparecidos con el transcurrir de los siglos, son reflejo de la sociabilidad femenina de otro tiempo. Y sin duda, fueron relevantes en aquellas sociedades bajomedievales en las que la fe cristiana imbric\u00f3 la visi\u00f3n del mundo de sus miembros, ya que se entendieron como favorecedores de la salvaci\u00f3n del alma de los seres queridos.<\/span> <\/span><\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.16″ global_colors_info=”{}”]<\/p>\n Notas:<\/span><\/strong><\/p>\n\n
\n
<\/em>Lau aragiyok berau bezala,
<\/em>Martin Ba\u00f1<\/em>ez Ibarretan il dala<\/em>\u00a0<\/em><\/p>\n
<\/em>Bestean suzi irats egurra,
<\/em>Erreko dot Aramayo guztia<\/em>.<\/span><\/p>\n<\/blockquote>\n\n
tambi\u00e9n las cuatro carnes,
<\/span>Mart\u00edn B\u00e1\u00f1ez ha muerto en Ibarreta.<\/span><\/p>\n
<\/span>en la otra la antorcha encendida,
<\/span>quemar\u00e9 toda Aramayona.<\/span><\/p>\n<\/blockquote>\n